martes, 21 de octubre de 2008

Sepultados por evidencia

Me encuentro discutiendo con un académico que dice que no hay evidencia empírica sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, cuando me doy cuenta de que hemos sido literalmente sepultados por una avalancha de evidencia empírica: la crisis financiera ha significado la más brutal caída de las ganancias en casi ochenta años. Las pérdidas globales de las bolsas mundiales en los últimos 12 meses ascienden a US$ 12.4 billones: se ha perdido el 24% de su valor. En EEUU las pérdidas han sido mayores, pues la capitalización de mercado hace un año era de US$ 17 billones y se han perdido US$ 7 billones, es decir, el 41% (H. Campodónico, La República, 21/10/08).

COMO FUNCIONA LA TENDENCIA

Es así como se comporta la tendencia decreciente: durante un tiempo, dicha tendencia puede ser contrarrestada por varios mecanismos (cada uno de ellos contradictorio a su vez). Ya mencionamos esos mecanismos, analizados por Marx: sobreexplotación del trabajo, reducción de los salarios por debajo de su valor, desempleo, globalización del comercio, abaratamiento de las mercancías y especulación financiera.
Pero llegado un momento, esos mecanismos resultan insuficientes para contener la tendencia, y se produce la crisis, como la que estamos viviendo ahora. La crisis es el desembalse de la tendencia, y el momento en que la caída de las ganancias se hace visible.

AUMENTO DE LA JORNADA LABORAL



Sobre las objeciones que Maldonado hace a las estadísticas sobre prolongación de la jornada laboral, hay varias cosas que decir.
El cuadro (Table 2.1) tomado del libro de Schor, muestra la comparación entre los años 1969 y 1987 para los Estados Unidos. Lo que se nota es que hay un incremento general, pero mucho más acentuado en el caso de las mujeres.
El hecho de que cada vez más mujeres trabajen puede, sin embargo distorsionar la estadística. En primer lugar, todas las amas de casa realizan un trabajo (las tareas del hogar) que no es tomado en cuenta en las estadísticas. Cuando la mujer se incorpora al mercado laboral, lo que hace es sumar, a sus tareas domésticas, un trabajo adicional. Por lo general, este trabajo remunerado es, al comienzo, de tiempo parcial. Ocurre entonces que, al promediar las horas trabajadas por persona, se encuentre que ese promedio baja o no se incrementa tanto, debido a que hay más mujeres trabajando, pero en trabajos remunerados de jornadas más cortas.
En realidad, lo que está ocurriendo no es que la jornada disminuya (como puede aparecer en algunas estadísticas, como las que muestra Maldonado), sino que las jornadas de tiempo parcial de las mujeres que se han incorporado al mercado laboral están distorsionando el promedio hacia abajo. Hay más gente trabajando ahora, pero el promedio podría mostrar que las jornadas son más cortas. Antes, en una familia, trabajaba solo el Padre, ahora trabjan el padre y la madre. El número de horas trabajadas por los miembros de esa familia ha aumentado, sin duda, pero la estadística puede mostrar que la jornada no ha aumentado tanto o incluso que ha disminuido ligeramente.
Este es solo un ejemplo de cómo las estadísticas pueden distorionar la realidad. Hay muchos más, pero no quiero extenderme tanto.

PRODUCTIVIDAD Y JORNADA LABORAL;


Por otra parte, una disminución, si la hubiere, de 10% en la jornada (como la que muestra Maldonado), en un lapso de 50 años, confirmaría, con todo y eso, que no hay correspondencia entre el aumento de la productividad y la duración de la jornada laboral. El gráfico (Figure 4-5, tomado del libro de Basso)) muestra las curvas de las horas trabajadas y de la productividad del trabajo, para los Estados Unidos, desde 1895 hasta 1995. La productividad se eleva a niveles exponenciales, pero las horas de trabajo disminuyen muy poco, para finalmente aumentar, esto último entre los años 80 y 95.
Curvas muy similares a estas se muestran para los países europeos, en el mismo libro.
Tremenda disparidad entre el aumento de la productividad y la duración de la jornada desmiente, en primer lugar, las optimistas predicciones de Keynes, que dijo que sus nietos trabajarían en jornadas de tres horas.
Otro detalle interesante es que la curva muestra que los momentos en que se reduce la jornada son aquéllos donde la lucha de los trabajadores se hace más intensa.

MARXISMO MODERNO

El señor Maldonado está empeñado en que yo siga la corriente de lo que llama el marxismo moderno, representado por varios autores que me recomienda leer, para que me convenza de que la teoría del valor ya no tiene validez. Lamento decirle que, fuera de que los hechos actuales resultan ser una contundente confirmación de la teoría del valor y de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, existen numerosos economistas marxistas, todos ellos pefectamente actuales, que no han renegado, ni mucho menos, de la teoría del valor, como sí lo han hecho los preferidos por Maldonado.
No pretendo ser un especialista en el tema. Soy solo un ciudadano común y corriente, interesado en el asunto, y creo que estoy haciendo un aporte completamente original al sostener que la tendencia decreciente de la tasa de ganancia se puede contrarrestar con la reducción de la jornada laboral. Estoy en capacidad de sostener mis puntos de vista. Pero también debo aclarar al señor Maldonado, que no estoy solo ni mucho menos desactualizado.
En el Perú, está Armando Pillado (Acumulación, crisis, Estado y socialismo). Fuera del Perú, están, por ejemplo David Yaffe (La teoría marxiana de la crisis, el capital y el Estado). Otros autores en la misma línea son Henryk Grossman y Paul Mattick. Para más información, me permito recomendarle el sitio web del International Working Group On Value Theory (http://www.iwgvt.org), en lugar de seguir, alegremente, apostrofándome como desfasado.

QUE NOS QUEDA DE MALDONADO

Maldonado empezó diciendo que la teoría de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia es falsa. Luego dijo que, por lo menos es ”infalsable” (sic), ”por no tener evidencia empírica”. Después, admite que la falta de evidencia empírica no anula una teoría (como es el caso de la teoría de la relatividad y la teoría de las cuerdas), pero dice que la teoría de Marx es simplemente, “muy vieja” (¿qué de cientítico tiene un argumento así?), y que ha sido refutada por varios economistas actuales.
Pero hay otros economistas que sostienen la teoría del valor y de la tendencia decreciente, como yo le demuestro. ¿Qué nos queda entonces de los argumentos de Maldonado? Un conjunto de adjetivos, cierta arrogancia (”no seamos tan duros con Carlín”, etc.), y nada más.

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