viernes, 21 de septiembre de 2007

Aun es posible el verde valle del socialismo

Por Gonzalo Pajares Cruzado
(Publicado en Perú21, 15-02-07)

Carlos Tovar, 'Carlín', no solo es uno de nuestros más importantes caricaturistas. El hombre es un devoto marxista que quiere separar el trigo de la paja y recuperar las 'verdaderas' ideas del autor de El capital.

"Lo aplicado en la Unión Soviética no fue marxismo", dice. Siguiendo el legado de Marx, acaba de publicar Manifiesto del siglo XXI (UNMSM, 2006), que se presenta hoy, a las 7:30 p.m., en la Derrama Magisterial (Gregorio Escobedo 598, Jesús María). Allí propone una jornada laboral de cuatro horas como primer paso para salvarnos de la barbarie. y llegar "al verde valle del socialismo".

-Defender el marxismo en pleno siglo XXI puede parecer inocente.
-Lo hago porque es la verdad. En este momento hay una enorme paradoja. Yo y otros estamos convencidos de que Marx está más vigente que nunca, incluso más que cuando estaba vivo.
-¿El capitalismo que describe Marx es más real ahora que en el siglo XIX?
-Exacto. Él habla de que el capitalismo ha creado el mercado mundial, que ha roto todas las fronteras, que ha creado una cultura universal. Eso recién está pasando ahora con la globalización.
-Marx pudo haber hecho un buen diagnóstico. ¿Su receta era la correcta?
-Hay que decir que la 'medicina' no fue lo que ocurrió en la Unión Soviética. Esto ya lo expliqué en mi libro Habla el viejo (2002). En su época, Marx y Engels dijeron que en Rusia -y en países donde no había un desarrollo capitalista- no era posible el socialismo. El esquema marxista es feudalismo, capitalismo y socialismo. Solo desarrollando el capitalismo se llega al socialismo. A lo que se llamó socialismo -sin satanizarlo, por supuesto- no era lo que Marx quería.
-Pero este 'socialismo' fracasó.
-Si vamos a ponernos tan puristas como los 'demócratas' actuales respecto de la violencia o de la dictadura en la Unión Soviética, vale recordar que la Revolución Francesa -la cuna de nuestra democracia actual- ejecutó en la guillotina a muchísima gente, tanta que lo ocurrido en otros lugares puede parecer una cosa de niños. La violencia, no siendo deseable, ha existido en muchos procesos, lo que no los invalida. Esta experiencia socialista fracasó por hacerla antes de tiempo y en un lugar donde no estaban dadas las condiciones. Sin embargo, sea como sea, este no es el socialismo de Marx. El socialismo que Marx quiere es el reino de la libertad.
-En su libro afirma que ahora están dadas las condiciones para el socialismo porque todos somos proletarios.
-Allí planteo un programa mínimo y un programa máximo. Lo más importante está en el programa mínimo. Consiste en la lucha por la jornada de las cuatro horas de trabajo. Yo la planteo a todos: a los trabajadores y a los empresarios. Si hay marxistas y no marxistas de acuerdo con esto, enhorabuena. No hay que ideologizar el problema. Ahora hay una contraofensiva del capital para desmontar y destruir el estado de bienestar europeo y aumentar la jornada laboral. Hay que recordar que los países escandinavos, que tienen jornadas de trabajo reducidas, son socialdemócratas. La socialdemocracia es el tronco común entre Marx y el socialismo.
-¿Cuál es el objetivo de pedir una jornada de cuatro horas?
-Si hay algo que el capitalismo no puede hacer es reducir la jornada laboral porque la competencia capitalista conduce a lo contrario. El capitalismo tiene una contradicción: el aumento de la composición orgánica del capital -debido al incremento de la tecnología- produce una tendencia a la baja de la tasa de ganancia. Esto desespera al capital y hace que traicione a los trabajadores obligándolos a trabajar más, a reducir sus beneficios. Entonces, como se dice en El capital, al reducir la jornada de trabajo, se alivia la presión capitalista y se logra -como de hecho se ha logrado- prosperidad económica.
-¿Por qué?
-Porque se tiene que contratar más trabajadores, que se convierten en nuevos consumidores, se amplían los mercados y se dinamiza la economía. Y, lo más importante, se frena la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Adelantándome a su pregunta, diré que esto parece beneficiar al capitalismo. Está bien, temporalmente este se beneficia. Sin embargo, si las cosas se mantienen como hasta ahora, solo nos queda la barbarie.
-¿Es inevitable llegar a ella?
-No. Para eso he escrito este libro. Aquí propongo la salida, que no es una experiencia novedosa: la reducción de la jornada de trabajo. La tecnología nos debería permitir trabajar menos, produciendo lo mismo y dándonos una mejor calidad de vida.
-¿Y si nos olvidamos de ideologías y solo trabajamos por un mundo mejor?
-Eso hago en mi libro, que es un mensaje a todos los ciudadanos del mundo: marxistas, no marxistas, empresarios, trabajadores, todos. La reducción de la jornada laboral no nos conduce al socialismo, sino a una meseta -ahora estamos en un pantano-, que significa una zona de cierta estabilidad. Los capitalistas se quedarían en esta meseta; sin embargo, yo creo que, una vez allí, será inevitable que avancemos hacia el verde valle del socialismo, que es el reino de la libertad. La dictadura del proletariado debe ser la más amplia de las democracias y no puede conculcar las libertades ya conquistadas. Al contrario, tiene que ampliarlas.
-¿Cuáles son las posibilidades del individuo en el socialismo?
-Las máximas. Empezaremos a ser seres humanos de verdad cuando disfrutemos de los beneficios que nos han dado siglos de desarrollo tecnológico.

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